martes, 11 de septiembre de 2012

la niña de los cedes

Había una vez un chico que nació con cáncer. Un cáncer que no tenía cura. Diecisiete años y podía morir en cualquier momento. Siempre vivió en su casa, bajo el cuidado de su madre. Ya estaba cansado y decidió salir solo por una vez.
Le pidió permiso a su madre y ella aceptó. Caminando por su cuadra vio muchas tiendas. Al pasar por una tienda de música, al ver el aparador, notó la presencia de una muchacha de su edad. ¡Amor a primera vista! Abrió la puerta y entró sin mirar nada que no fuera ella. Acercándose poco a poco, llegó al mostrador donde se encontraba.
Ella lo miró y le dijo sonriente:
—¿Te puedo ayudar en algo?
Mientras él pensaba que era la sonrisa más hermosa que había visto en toda su vida, sintió el deseo de besarla en ese mismo instante. Tartamudeando le dijo:
—Si, eeeh, uuh..., me gustaría comprar un cedé.
Sin pensar, tomó el primero que vio y le dio el dinero.
—¿Quieres que te lo envuelva?
Preguntó la joven, sonriendo de nuevo. Él respondió que sí, y ella fue al almacén para volver con el paquete envuelto y entregárselo. El joven lo tomó y salió de la tienda. Se fue a su casa y, desde ese día en adelante, visitó la tienda todos los días para comprar un cedé. Siempre se los envolvía la joven, para luego llevárselos a su casa y meterlos al clóset. Él era muy tímido para invitarla a salir y, aunque trataba, no podía. Su mamá se enteró de esto e intentó animarlo a que se atreviera a invitarla a salir, así que, al siguiente día, se armó de coraje y se dirigió a la tienda. Como todos los días compró otra vez un cedé y, como siempre, ella se fue atrás para envolverlo. Él tomó el cedé y mientras ella no estaba viendo, rápidamente dejó su teléfono en el mostrador y salió corriendo de la tienda.
—¡Riiing! Su mamá contestó:
—¿Aló?
¡Era la chica!
Preguntó por su hijo; y la madre, comenzó a llorar:
—Murió ayer —le dijo.
Hubo un silencio prolongado, cortado por los lamentos de su madre.
Mas tarde, la mamá entró en el cuarto de su hijo para recordarlo. Abrió el clóset. En vez de la ropa, lo primero que encontró fue un montón de cedés envueltos. Ninguno estaba abierto.
Tomó uno y se sentó sobre la cama para verlo; al abrirlo, un pedazo de papel salió de la caja plástica. Decía: “¡Hola! ¿Quieres salir conmigo? Me gustas mucho. Sofía”.
Al ver esto, la madre abrió los otros paquetes, y en cada uno había un papel igual...
Así es la vida. No esperes demasiado para decirle a ese alguien especial lo que sientes. Díselo hoy. Mañana puede ser muy tarde.




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